Una de las consecuencias del objetivo de llegar, en los próximos años, a un consumo de agua en los ciclos urbanos de los 125 litros por persona y día es, evidentemente, la subida de su coste de venta.
Entre las previsiones más optimistas y pesimistas de las diferentes asociaciones de agua en España, los costes asociados al ciclo urbano del agua necesitan, a día de hoy, entre 9.000 y 12.000 millones de euros al año para logar un nivel de calidad adecuado.
Dado el estado actual de nuestras infraestructuras y las necesidades de acometer inversiones para adecuarlas a un servicio de calidad, que hoy en día, solo alcanzan, y en algunos lugares, al abastecimiento, estas son las cifras de una realidad incuestionable.
Buscar financiación más allá de las tarifas es de una candidez asombrosa y, si no fuera por la gravedad del asunto, digna de la demagogia que siempre acompaña a este tema de las tarifas y del bien de primera necesidad.
Siendo pragmáticos y dejando a un lado ideales quijotescos, con un consumo en torno a los 125 litros por habitante y día, el precio de venta medio del agua en España debería de estar en torno a los 5-6 euros.
Va de retro Satanás.
Ya estoy oyendo a numerosos detractores de esta idea: a dónde vamos a ir a parar, ni que estuviéramos locos.
Pues sí, estamos locos. Pero más lo estaremos si no aceptamos esta locura de 5-6 €/m3. Sin ella, la gente seguirá despilfarrando este tesoro, tan escaso, que tenemos y que corremos el riesgo de perder a medio plazo: por el cambio climático y la contaminación.
Avisados estamos.
