Esta nota sectorial, elaborada por Martín Martínez, Violeta, de la Oficina Económica y Comercial de España en Amman, y publicada por el Instituto Español de Comercio Exterior (ICEX), pretende dar respuesta al acuciante problema que reviste Jordania debido a la escasez de agua que padece y cómo planea dar solución al mismo en los próximos años.
Recoge los grandes proyectos de abastecimiento, pero también otros de índole menor, y se provee la perspectiva de qué ha de hacer el empresariado español para acercarse a un mercado de estas características y tener éxito.
Principales Conclusiones
Grosso modo, Jordania es un país pequeño, estable y en pleno crecimiento, que en los próximos años se enfrentará a un verdadero desafío. Porque Jordania necesita agua. A diferencia de sus vecinos del Golfo -Arabia Saudí, Kuwait, EAU, Omán- que llevan enfrentándose a la escasez de recursos hídricos desde hace más de una década -mediante, principalmente el recurso a la desalinización-, las voces de alarma en Jordania empezaron a clamar hace apenas un lustro.
Estas voces de alarma no son baladíes, y es frecuente escucharlas si se conversa con funcionarios públicos adscritos a este sector. “Si en 2015 no se ha finalizado el proyecto Disi1, no habrá agua.” Pero una vez identificada la necesidad y declarándose conscientes del problema, el país parte con ciertas ventajas. Jordania disfruta de una situación geopolítica inmejorable para sí, que le granjea la gracia de situarse como uno de los mayores receptores de ayuda internacional en la región de Oriente Próximo.
Es precisamente esa ayuda la que permite afrontar el mayor escollo a la hora de pensar y gestionar un gran proyecto en el país, la financiación. No hay que olvidar que Jordania es un país en desarrollo que no disfruta, como otros, del superávit asociado a la producción petrolífera, de la que el país carece. No cuenta con una política fiscal directa efectiva que permita a su gobierno recaudar grandes cantidades de las rentas de sus ciudadanos y son frecuentes grandes y crecientes subsidios al petróleo y otros productos básicos para la población. Pero por otra parte, es un país que crece, que goza de una clase empresarial cada vez más desarrollada y competente y de uno de los mejores capitales humanos de la zona.
Es frecuente en el trato con el funcionariado jordano que se muestre esta preocupación, y es cuestión presente en cualquier conferencia o visita oficial. Por ello, de cara a poder hacerse con un proyecto de gran calado en el país las condiciones financieras siempre serán lo fundamental, más acaso que el precio y/o la calidad del diseño y del plan de ejecución, pues la mayoría de estos proyectos se otorgan de manera pública por parte de agencias y organismos gubernamentales. Muchos de estos proyectos -los de menor tamaño- se ejecutan en parte gracias a la financiación mediante préstamos ligados de muchas agencias de desarrollo, y/o el apoyo presupuestario, fórmula que principalmente utilizan Estados Unidos y Arabia Saudí.
A día de hoy no han fructificado los grandes proyectos, salvo el trasvase desde el acuífero Disi, al sur de Jordania, a Ammán, pero la necesidad es tan acuciante que muy probablemente se vuelvan de obligado cumplimiento en los próximos años. El Gobierno lleva varios años labrando una conciencia pública hacia su propia población y hacia el exterior, que demanda un reconocimiento interior y exterior de una necesidad acuciante. Una necesidad, en un país donde crece la población, se extenúan los escasos recursos y decrece cada año el agua recogida en forma de lluvia.