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Bonos para un crecimiento verde: Una ayuda para abordar los desafíos del cambio climático

  • El Banco Mundial fue pionero en el mercado de bonos verdes cuando emitió su primer bono de este tipo en 2008.
  • La mayoría de los bonos verdes del Banco ha sido adquirida por grandes gestores de activos, fondos de pensiones y otros inversores institucionales que buscan oportunidades de inversiones sostenibles y responsables y que estén destinadas específicamente a abordar el cambio climático.
  • Se diseñó un novedoso producto denominado “bonos para un crecimiento verde” para atraer no solo a los grandes inversores institucionales, sino también a los inversores minoristas individuales.

Sobre la Entidad

Banco Mundial
El Banco Mundial es uno de los organismos especializados de las Naciones Unidas, que se define como una fuente de asistencia financiera y técnica para los países en desarrollo.

El Banco Mundial continúa avanzando en el mercado de bonos verdes con su última serie denominada “bonos para un crecimiento verde”. Se trata de bonos verdes con un rendimiento vinculado a un índice accionario ético.

Este novedoso producto, desarrollado en colaboración con BNP Paribas, se diseñó para atraer no solo a los grandes inversores institucionales, que son los compradores habituales de bonos del Banco Mundial, sino también a los inversores minoristas individuales.

Estos inversionistas buscan oportunidades que tengan un impacto positivo sobre el medio ambiente y ayuden a abordar los desafíos del cambio climático, obteniendo al mismo tiempo un rendimiento de su capital, potencialmente superior al de otras oportunidades que se ofrecen en el actual entorno  de bajas tasas de interés.

La demanda de bonos para un crecimiento verde ha sido particularmente fuerte en Europa

Cada año, el Banco Mundial —conocido oficialmente como el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento o BIRF— realiza emisiones de deuda por un monto que oscila entre US$30 000 millones y US$50 000 millones en los mercados mundiales de capital para financiar sus préstamos a los países clientes. Como institución con una calificación crediticia AAA, el Banco puede pedir prestado a tasas atractivas y traspasarlas a sus clientes. Gran parte de su emisión de deuda es adquirida por bancos centrales y grandes inversores institucionales.

Además, el Banco también adapta transacciones más pequeñas destinadas a inversores minoristas, en particular a través del mercado Uridashi para inversionistas individuales de Japón, y ahora a través de los bonos para un crecimiento verde dirigidos a personas de todo el mundo preocupadas por el tema climático.

Hasta ahora, el Banco ha lanzado 12 bonos para un crecimiento verde dirigidos a inversores de Europa (entre ellos, de Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo, Mónaco y Suiza), Asia y Estados Unidos. Algunos de estos bonos han sido suscritos en forma privada con inversores institucionales o particulares con un  elevado patrimonio, mientras que otros han sido comercializados entre el público en general en un periodo de cuatro a seis semanas.

La demanda de bonos para un crecimiento verde ha sido particularmente fuerte en Europa, donde los pedidos finales más que sextuplicaron las metas originales. Por ejemplo, el primer bono para un crecimiento verde ofrecido en Bélgica y Luxemburgo(i) cerró con suscripciones totales de US$91 millones, y el segundo, ofrecido en Francia, Luxemburgo, Mónaco y Suiza, (i) cerró con una suscripción total de US$103 millones, superando ambos el objetivo inicial de US$15 millones en la primera semana del periodo de suscripción.

Una transacción reciente lanzada en Estados Unidos cerró con suscripciones totales de casi US$30 millones. En Asia, particulares de elevado patrimonio han solicitado tres transacciones de bonos para un crecimiento verde por un total de US$60 millones.

La fuerte demanda de bonos para un crecimiento verde por parte de individuos no solo ayuda a aumentar el reconocimiento del Banco Mundial como una organización internacional de desarrollo comprometida con la lucha contra el cambio climático a través del financiamiento de proyectos en sus países miembros, sino que también es una señal alentadora de que las personas se preocupan por el cambio climático y quieren invertir su propio dinero en soluciones que ayuden a abordar los desafíos de este fenómeno.

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