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El cambio climático está intensificando la gravedad de los fenómenos meteorológicos extremos

  • En un nuevo informe se recomienda incrementar las inversiones en la gestión de los riesgos climáticos y de desastre.

Sobre la Entidad

Banco Mundial
El Banco Mundial es uno de los organismos especializados de las Naciones Unidas, que se define como una fuente de asistencia financiera y técnica para los países en desarrollo.

A medida que el clima mundial continúa cambiando, se acrecientan los costos y los daños derivados del aumento de los fenómenos meteorológicos extremos relacionados con el calentamiento del planeta. Aunque todos los países se ven afectados, las naciones en desarrollo sufren la mayor parte de las pérdidas de vidas y medios de subsistencia ocasionadas por inundaciones, sequías y tormentas cada vez más intensas.

“El tifón Haiyan, el más fuerte que haya sufrido Filipinas en toda su historia, ha puesto de relieve con claridad que el cambio climático está intensificando la gravedad de los fenómenos meteorológicos extremos, cuyos efectos perjudiciales afectan en mayor medida a los pobres”, señaló Jim Yong Kim, presidente del Grupo del Banco Mundial. “Si bien hoy debemos centrar la atención en medidas inmediatas de socorro, estos trágicos eventos demuestran que la comunidad mundial ya no puede permitirse el lujo de postergar las medidas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, y debe ayudar a los países a prepararse para subsistir en un planeta que afronta mayores riesgos climáticos y de desastre”.

Los desastres naturales han ocasionado la muerte de más de 2,5 millones de personas y pérdidas por valor de casi 4 billones de dólares

Según un nuevo informe del Banco Mundial, que se dio a conocer en el contexto de las deliberaciones sobre el clima organizadas por las Naciones Unidas en Varsovia, puede hacerse todavía más para ayudar a los países vulnerables a adaptarse al cambio climático y a adoptar medidas para prepararse y responder ante los desastres relacionados con el clima. En este informe —titulado Crear resiliencia mediante la integración de los riesgos climáticos y de desastre en el proceso de desarrollo— se analizan los efectos graduales o de evolución lenta del cambio climático, como el aumento del nivel del mar, la salinización de las fuentes de agua dulce y las sequías, así como fenómenos meteorológicos extremos, como las inundaciones, las olas de calor o los ciclones.

En el informe, que se elaboró antes de que el tifón Haiyan dejara una estela de muerte y destrucción a su paso por Filipinas, se describen los costos de los desastres meteorológicos en términos de la pérdida de vidas y empleos y las pérdidas y los daños ocasionados a la propiedad privada y la infraestructura, y en particular su impacto en los pobres.

“En el curso de los últimos 30 años, los desastres naturales han ocasionado la muerte de más de 2,5 millones de personas y pérdidas por valor de casi 4 billones de dólares en todo el mundo. Las pérdidas económicas van en aumento —de 50.000 millones de dólares al año en la década de 1980, a poco menos de 200.000 millones de dólares al año en el último decenio. Además, aproximadamente las tres cuartas partes de esas pérdidas obedecen a fenómenos meteorológicos extremos”, señaló Rachel Kyte, vicepresidenta de Desarrollo Sostenible del Banco Mundial. “Si bien no es posible establecer una conexión entre los fenómenos meteorológicos individuales y el cambio climático, los científicos han advertido que la intensidad de los fenómenos extremos irá en aumento si no se pone freno al cambio climático”.

Teniendo en cuenta las enseñanzas derivadas de la experiencia recogida por el Grupo del Banco Mundial, en el nuevo informe se insta a los Gobiernos nacionales y la comunidad internacional del desarrollo a trabajar en todas las disciplinas y sectores para crear resiliencia perdurable, reducir el riesgo de desastres y evitar costos futuros inmanejables.

Las siguientes son algunas de las principales conclusiones:

  • En el curso de las últimas tres décadas, las pérdidas y los daños ocasionados por desastres naturales han ido en aumento, de un promedio anual de alrededor de 50.000 millones de dólares en la década de 1980 a poco menos de 200.000 millones de dólares en el último decenio. Según datos suministrados por la empresa de reaseguros Munich Re, se estima que el total de las pérdidas declaradas por concepto de desastres naturales en el período de 1980-2012 asciende a 3.800 billones de dólares , de los cuales el 74% obedece a fenómenos meteorológicos extremos.
  • Los impactos económicos vinculados al clima son especialmente elevados en los países de ingreso mediano de rápido crecimiento debido a que sus activos valiosos están cada vez más expuestos a riesgos. El impacto medio de los desastres naturales fue equivalente al 1% del producto interno bruto (PIB) durante los seis años comprendidos en el período 2001-06. Esta cifra es 10 veces más alta que el promedio correspondiente a los países de ingreso alto.
  • Los impactos son especialmente perjudiciales en los países más pequeños y de menor ingreso que están en inferioridad de condiciones para afrontar la situación. El huracán Tomas, por ejemplo, devastó Santa Lucía en 2010 y causó una destrucción equivalente al 43% del PIB. En el Cuerno de África, la prolongada sequía de 2008-11, que en el momento de mayor intensidad sometió a 13,3 millones de personas a los padecimientos ocasionados por la escasez de alimentos, causó pérdidas por un valor total aproximado de 12.100 millones de dólares tan solo en Kenya.
  • El desarrollo con capacidad de adaptación al clima y los desastres puede salvar vidas y medios de subsistencia y proteger a los pobres de las crisis climáticas. Los sistemas de alerta temprana han permitido salvar innumerables vidas en todo el planeta, y suelen redituar beneficios que son de 4 a 36 veces más elevados que su costo inicial. Gracias a que se habían adoptado durante muchos años medidas de prevención y preparación para enfrentar el riesgo de desastre, cuando el ciclón Phailin azotó Odisha y Andrah Pradesh en 2013 solo se produjeron 40 muertes, mientras que en 1999 fallecieron 10.000 personas durante un fenómenos meteorológico similar.
  • Se obtienen grandes beneficios a pesar de los costos de inversión iniciales. La experiencia en materia de evaluación de desastres indica que la construcción de infraestructura más segura cuesta entre un 10% y un 50% más que el reemplazo de las estructuras originales. En el caso de la infraestructura de gran magnitud la cifra puede ser sustancialmente más alta. Por ejemplo, después de las inundaciones de 2008 en Namibia fue necesario realizar inversiones para elevar los caminos y mejorar el drenaje en las zonas propensas a inundaciones. El costo de estas obras fue 5,5 veces superior al valor de reposición de las estructuras dañadas.
  • Aunque ya se sabe mucho sobre las medidas adecuadas para crear resiliencia, es necesaria una mayor cooperación entre los organismos y las disciplinas pertinentes. El Banco Mundial y otros asociados han acumulado un acervo de conocimientos especializados mundiales sobre el proceso de desarrollo con capacidad de adaptación al cambio climático. No obstante, se requiere una mejor armonización de los programas de gestión del clima y los desastres para evitar la fragmentación de la capacidad local y los recursos mundiales.

El Banco Mundial está proporcionando, combinando y movilizando diversos tipos de financiamiento para ayudar a las naciones a abordar los riesgos climáticos y de desastre. A través del Fondo Mundial para la Reducción y Recuperación de Desastres y el Programa Piloto sobre la Capacidad de Adaptación al Cambio Climático, el Banco ha ayudado por lo menos a 70 países a integrar el riesgo climático y de desastre en las inversiones y los planes de desarrollo.

Además, ofrece servicios de asesoría, herramientas, plataformas en línea y evaluaciones del riesgo específico de cada país para respaldar a las naciones y las poblaciones en situación de riesgo.

“En el Grupo del Banco Mundial estamos asignando prelación a la gestión del riesgo de desastre”, indicó Rachel Kyte. “Lamentablemente, aún debemos intensificar las medidas para integrar el riesgo de desastre y el desarrollo. Podemos ayudar a los Gobiernos a mejorar sus procesos de planificación, a adoptar normas de construcción resistente a desastres, y a establecer sistemas de alerta temprana. La cartera del Banco en esta esfera está creciendo rápidamente: dos de cada tres dólares que invierte se destinan a prevención y preparación en vez de tan solo a medidas de respuesta”.

Tras el tifón Haiyan, el Banco Mundial está trabajando en estrecha colaboración con el Gobierno de Filipinas y está dispuesto a respaldar el esfuerzo de recuperación y reconstrucción con todos los medios a su alcance.

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