Las cosas como son: la acción exterior española no siempre es un motivo de orgullo y satisfacción. Sin embargo es eso lo que cualquiera podía sentir viendo el decidido impulso español al reconocimiento de los derechos humanos al agua y al saneamiento por parte de Naciones Unidas. Junto al alemán, el apoyo de nuestro país fue clave para lograrlo en 2010 y para promover la figura del Relator para el Derecho al Agua y al Saneamiento, cargo que actualmente ocupa el brasileño Leo Heller. El lanzamiento de Fondo de Cooperación para Agua y Saneamiento (FCAS) de la Cooperación Española para avanzar en el cumplimiento de ambos derechos en América Latina, permitió a España situarse en primera línea de los donantes de la comunidad internacional en este ámbito.
La inclusión en 2015 del acceso universal al agua y al saneamiento (para tod@s, en todas partes) en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que marca la agenda global de desarrollo hasta 2030, ofrece un marco idóneo y una oportunidad para mantener esa apuesta, reforzar el relevante rol de la Cooperación Española en agua y saneamiento, y aprovechar el capital de conocimiento y experiencia adquirido.
Sin embargo la situación de la cooperación española en agua y saneamiento - al igual que el resto de sectores de una política jibarizada con la excusa de la crisis - está en la UCI con un pronóstico reservado. Aunque médicos y demás expertos no son optimistas, desde ONGAWA exigimos al gobierno español que aumente su compromiso con el logro del ODS 6 y el acceso universal al agua y saneamiento.
Por coherencia. Porque no es soportable ética ni políticamente que 2.100 millones de personas en el mundo no tengan acceso a agua potable gestionado de forma segura. Porque #AsíNoLlegamos, y los niveles de inversión globales no se acercan a los que hacen falta. Porque corremos el riesgo de que quienes queden atrás sean los de siempre: las regiones más pobres, los habitantes de las zonas rurales, las mujeres, los niños,... Lograr este acceso universal al agua exige mayores niveles de compromiso y eficacia por parte de todos los países, y España tiene que estar a la altura del reto.