Han transcurrido más de dos años desde la aprobación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible por la Asamblea General de las Naciones Unidas. Dentro de las metas se encontraba lograr para 2030 el acceso a servicios de saneamiento e higiene adecuados para tod@s y poner fin a la defecación al aire libre, prestando especial atención a las necesidades de las mujeres y las niñas y las personas en situaciones de vulnerabilidad.
Por primera vez el saneamiento parecía pasar al primer plano de la agenda global, y gobiernos e instituciones internacionales (y con ellos, claro, sociedad civil, empresas, etcétera) se comprometieron a que todo el mundo en todas partes disponga de un saneamiento adecuado y gestionado de forma segura.
Todo parecen buenas noticias. Pero mientras los discursos y documentos oficiales destacan la importancia de sumar esfuerzos y voluntades para alcanzar el acceso universal al saneamiento, los números parecen ignorar (otra vez) las buenas palabras.
Estamos lejos, muy lejos, de alcanzar la meta: 4.500 millones de personas en el mundo no disponen de un servicio adecuado de saneamiento, y casi 900 millones practican la defecación al aire libre. La Organización Mundial de la Salud (OMS) y UNICEF prevén que al ritmo actual el acceso universal a saneamiento adecuado no se alcanzará hasta 2107 (no hay errata: 2107).
No podemos esperar tanto. Es momento de exigir compromisos políticos efectivos y suficientes para contribuir al logro del acceso universal al saneamiento y del resto de ODS. El próximo 19 de noviembre es el Día Mundial de Saneamiento, y desde ONGAWA hemos lanzado la campaña #AsíNoLlegamos para exigir que el saneamiento sea una prioridad política, y que se aumenten drásticamente los recursos destinados a garantizar este derecho en todo el mundo. Muévete. Comparte. Difunde.
